miércoles, 28 de diciembre de 2011

Envejecimiento y discapacidad

. Características del proceso de envejecimiento de las personas con discapacidad intelectual

El proceso de envejecimiento se produce en todas las personas. En las personas sin discapacidad intelectual se inicia entre los 65 y los 70 años, aunque el que se anticipe o retrase depende de las circunstancias personales y ambientales de cada individuo, sobre todo de los problemas de salud tanto física como mental.
En las personas con discapacidad intelectual este inició se anticipa,  en el Informe Seneca, se considera que este proceso comenzaría entre los 45 y 50 años y que  por supuesto,  también estaría condicionado por su situación personal y sus experiencias  (atención temprana, atención sanitaria, procesos de institucionalización).
Tanto en las personas con discapacidad intelectual  como en las que no la tienen, este proceso de envejecimiento supone una serie de cambios a todos los niveles: biológico, psicológico y social. 
La diferencia fundamental al respecto entre los dos grupos de población es la falta de preparación de la familia, de los profesionales que se dedican a la atención directa de estas personas con discapacidad, de la administración pública, los servicios sanitarios y de la sociedad en general para asumir y minimizar al máximo los aspectos negativos de estos cambios. Esta falta de preparación se debe a que como consecuencia del  considerable incremento en la esperanza de vida de las personas con discapacidad intelectual, ha habido un aumento en estos últimos años en el número de personas con discapacidad intelectual en proceso de envejecimiento y por tanto una intensificación  de los problemas que comporta y poco tiempo para encontrar soluciones efectivas.


 
Como ya hemos comentado, las problemáticas de las personas con discapacidad intelectual en proceso de envejecimiento es amplia y se constata en diversas áreas:

Salud:
Muchas personas con discapacidad intelectual sufren las consecuencias de no haber tenido a lo largo de su vida, un buen control sanitario y no haber realizado las revisiones que las personas sin discapacidad intelectual hacen con normalidad.
Padecen generalmente incrementados los problemas y enfermedades propios de las personas en proceso de envejecimiento, tanto a nivel físico como mental.
En algunos casos como en la incidencia de la enfermedad de Alzheimer en las personas con Síndrome de Down, este incremento se debe a la trisomía 21 que origina este síndrome.
Los servicios socio-sanitarios todavía no pueden responder adecuadamente a las necesidades de estas personas, para comenzar carecen de los instrumentos adecuados para poder evaluar las diferentes problemáticas y llegar a diagnósticos.
Debido a determinadas patologías como la epilepsia o determinados trastornos psicóticos, se puede llegar a un consumo crónico de fármacos que pueden incrementar el deterioro cognitivo, la perdida de atención o las caídas. Además hay una tendencia al uso inadecuado de psicofármacos que no son revisados periódicamente con los consecuentes efectos secundarios.
Los problemas de salud mental son importantes. Hay graves dificultades para diagnosticar las demencias por la falta de instrumentos validados para hacerlo.
Tal como refleja el Informe Séneca, la población con discapacidad intelectual tiene mayor probabilidad de padecer, obesidad, problemas visuales, problemas de audición, problemas bucodentales, problemas de movilidad …, lo que con la edad se acentúa.

Familia:
-                     Problemas para asumir el envejecimiento de los padres.
-                     Traslado del domicilio familiar a otro en el que en la mayoría de los casos ha de convivir con otras personas con discapacidad y aceptar las normas y características propias de este nuevo hogar.
-                     Fallecimiento de los padres.
-                     Dependencia de la actitud de los hermanos respecto a ellos (una vez se deja el domicilio familiar y los padres no pueden responsabilizarse o han fallecido) para mantener los contactos familiares.


Vida laboral (STO)
            A través de los estudios de J. Escolar en el año 2002, recogidos por Berjano y García en Discapacidad intelectual y envejecimiento: un problema social del siglo XXI se constata que a nivel laboral:
-                     Incremento de las dificultades para comprender las consignas de los monitores y los procesos de trabajo por una perdida de facultades superiores (memoria, atención, orientación espacio-temporal).
-                     Disminución de la motivación.
-                     Ralentización del ritmo de trabajo.
-                     Incremento del cansancio. Incapacidad para trabajar de forma continuada  durante toda la sesión laboral.
      -       Aumento del absentismo laboral.


Relaciones sociales:
-                     Posibles dificultades para establecer nuevas relaciones que comportan los cambios de domicilio, de centro laboral…
-                     Estado de animo inadecuado para relacionarse positivamente con los demás, consecuencia de problemas como la depresión, demencia, incapacidad de asumir las circunstancias personales.
-                     Pérdida de relaciones con compañeros.

Ocio:            
-                     Falta de oferta adecuada de actividades de ocio.
-                     Dificultades por problemas de salud para participar en algunas de ellas.
-                     Incapacidad por parte de los centros para asumir y dar una respuesta adecuada a las necesidades de ocio de estas personas. (falta de personal, falta de ideas…)

 Administración pública:
-                     Falta de concienciación respecto a la problemática ocasionada por este proceso de envejecimiento.
-                     Falta de medidas como creación de centros adecuados para estas personas.
-                     Falta de regulación y normativa para orientar el trabajo de los centros y profesionales.

Miedo a la muerte y duelo:
-                     Problemas para asumir los fallecimientos de las personas cercanas: familiares, compañeros.
-                     Concienciación de la propia muerte a partir de otros fallecimientos de personas de su entorno y por los propios problemas de salud.

Cambios en la personalidad:
-          Irritabilidad
-          Labilidad emocional




La esperanza de vida ha aumentado y las personas con discapacidad intelectual también viven más tiempo; por sus afecciones, son dependientes y, con los años, se les suman los problemas de salud propios de la vejez. Se nos plantea una situación nueva que obliga a las familias afectadas y a nuestra sociedad a adaptarse. En la Fundación Finestrelles han dado la voz de alarma. Entrevista a Luis Vigueira Espejo, Gerente de la Fundación, y a Soledad Gutiérrez, usuaria, en el siguiente video:  http://www.rtve.es/alacarta/videos/para-todos-la-2/para-todos-2-fundacion-finestrelles/1134712/

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